Cinco minutos para Noah

Si ella se hubiera quedado sentada en aquella banca en la plaza, si hubiera esperado cinco minutos más con el frío lamiendo sus mejillas y la angustia royendo su mente, cinco minutos más con el viento, el cansancio el dolor en su interior... tal vez ella habría visto al amor de su vida pasar ante sus ojos, o tal vez no.

Si él se hubiera detenido cinco minutos antes, si hubiera dejado lo que estaba haciendo, si hubiera avisado, si se hubiera preocupado o tal vez si hubiera respetado la primera vez que ella le dijo que no, o la última, antes de que se rindiera ante él, si se hubiera detenido esos cinco minutos antes, probablemente ella no hubiera quedado embarazada.

En cinco minutos más llegarán los padres de ella, o tal vez no llegarán en cinco minutos, pero ella tiene esa cantidad de tiempo para dejar ir sus emociones, se lo permite solo durante cinco minutos, el llanto inflexible de quién a perdido lo más valioso que tenía sin conocerlo.

Han pasado más de cinco minutos, los padres de ella llegan.

Si esperan cinco minutos más, ella bajará con la cara lavada, una sonrisa y un buzo de tonos oscuros, habrá ocultado la evidencia manchada de sangre y habrá borrado toda huella de desesperación de sus entrañas. Si no esperan, van a encontrar a una niña llorando al hijo que acaba de perder.

Cinco minutos.

Muchas cosas pueden pasar en cinco minutos.


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