El vendedor de sueños


-¿Qué llevas bajo ese abrigo, Kappa? - preguntó una figura oscura en medio de la lluvia.

-Tú lo sabes bien, mi amigo Tobías, mi trabajo es ir de aquí para allá llevando esta carga para aquellos que la piden.

-Me figuro que es un buen negocio entonces, si bienes a medianoche con una de estas tormentas que no escampan.

-Lo es mi buen Tobías, ciertamente es un buen negocio.

-¿Entonces? ¿A quién le llevas tan misterioso encargo?

-A un encapuchado que espera bajo la lluvia desde hace tres horas amigo mío, es un hombre que ha estado esperando mucho tiempo uno de estos productos y hoy he venido a pesar de la tormenta para darle aquello que hace tanto tiempo pide.

-¿No te referirás a mí, cierto Kappa? He llevado una vida buena y no me apetecería meterme en algún trabajo sucio que pueda poner en duda una vida sin mancha.

-Al contrario mi amigo, al contrario, lo que te ofrezco no es mancha ni barniz, he venido aquí esta noche con algo mucho mejor.

Kappa dejó al descubierto una botella no más grande que un puño cerrado.

-Eso es una botella vacía, viejo Kappa ¿estás intentado gastarme una broma?

-No me atrevería mi buen amigo, esto que te ofrezco no es solo una botella de vidrio, el líquido que contiene es lo esencial en este negocio.

-¿Y qué contiene este líquido incoloro del que tanto hablas?

-Voy a pedirte que lo mires otra vez, mi desconfiado amigo.

La botella en la mano de Kappa se iluminó de adentro hacia afuera, realzando el verde del líquido que contenía, los ojos de Tobías se abrieron con sorpresa y un escalofrío no del todo desagradable lo recorrió por entero.

-Lo quiero - afirmó.

-Pero mi buen amigo, ¿no quieres saber que hace este líquido?

-Para ser honesto mi buen Kappa, poco me importa ya lo que produzca y mi deseo es tener esa botella tan maravillosa en mi casa.

-Mi buen Tobías, esa es una decisión arriesgada de tu parte, imagina que uno de tus hijos, el pequeño Roben o la dulce Beatriz tomaran de esta botella, ¿no te preocupa entonces, amigo mío?

-Tienes razón Kappa, como siempre, dime pues, lo que hace ese líquido maravilloso y el precio que por el me pides.

-Te pido uno de tus sueños mi buen Tobías, uno de tus sueños a cambio de un sueño echo realidad. Puede ser cualquiera de los que ya tengas, una familia, una amorosa esposa, cualquiera de tus sueños realizados puede pagar esta magnífica oportunidad que te ofrezco.

-No comprendo Kappa -Tobías se mostró perplejo - ¿Y me garantizas que realizaré uno de mis deseos cualquiera que sea?

-Mi incrédulo amigo, cualquier cosa que desees se verá echa, toma mi palabra de que si no ocurre te devolveré lo que me has pagado y te daré una recompensa por haber malgastado tu tiempo.

-Nunca me has mentido viejo Kappa, pero mi recelo es natural en mí y ya lo conoces, tomaré tu palabra y al botella, a cambio te ofrezco el deseo de una familia feliz como la mía.

-Tu deseo es el precio mi amigo, te pido por favor que lo murmures, en esta sencilla botella de vidrio - le pidió Kappa tendiendo a su amigo una botella un poco más pequeña que la que el portaba en la mano.

Tobías hizo lo que se le  pidió y vio con ojos asombrados como la botella antes vacía refulgía con un líquido azul intenso en su interior, Kappa la selló cuidadosamente antes de esconderla bajo su abrigo y le tendió la mercancía comprada a su amigo.

-Bebe hasta que te lo acabes mi amigo, y cumple tu deseo - mientras Kappa decía estas palabras más se sumía en la oscuridad.

Tobías bebió presuroso todo el líquido de la botella, cuando hubo acabado, la tormenta amainó y Kappa se había desvanecido con ella, lleno de dicha el hombre se dirigió a su hogar para ver si su deseo había sido cumplido, más toda sonrisa desapareció en su camino allí cuando se encontró con el caballo más rápido de la familia, y con el mensajero más leal de su casa.

-Mi señor, era urgente que le encontrara - el muchacho bajó del animal presuroso y con las mejillas ardiendo en plena noche.

-¿Por qué tan presuroso, mi buen Sebastian? ¿Se a muerto ya la vieja Adelvina, mi suegra? ¿O es que alguien a querido comprar la cuadra otra vez?

-Me temo que no son buenas noticias - dijo el mozo sosteniendo el aliento.

-Habla ya Sebastian, no me gusta el tono que está tomando tu voz.

-La señora se ha ido llevándose a los niños, mi señor, le he buscado en el momento en que la he visto salir por la puerta pero esta tormenta que estaba al caer no me ha dejado encontrarlo.

-¡¿Pero qué dices?! ¿No me has visto aquí en medio de la calle con mi viejo amigo Kappa el de las ropas oscuras?

-No le he visto mi señor, ni a usted ni a su amigo, pero le ruego que por favor me acompañe usted en seguida, que su señora e hijos se han marchado, pero alguien a venido dispuesto a comprar los terrenos de la colina.

Tobías observó la botella de su amigo Kappa y al rompió contra el suelo, comprendiendo el precio que había pagado, no solo había regalado uno de sus más felices e importantes sueños, había regalado a su familia a cambio de la venta presurosa y comercial de una propiedad.

-Vamos pues, Sebastian, a la casa que ya no es un hogar y a vender la colina que nos dará mucha ganancia.

-¿Se encuentra bien señor?

-Estoy teniendo lo que merezco, mi buen mozo, estoy pagando por un deseo que acabo de comprar.

El muchacho lo siguió sin entender, mientras que en la oscuridad, y cubierto con su larga capucha y su abrigo negro Kappa suspiraba y los veía partir.

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