Nada

Yo no te debo nada.

Me deje sangre, piel y alma.

Deje que correteara el viento por las hojas, que la lluvia arrastrara mis raíces, dejé que la tormenta pudiera con la enredadera y que las pequeñas espinas volvieran a crecer, dejé que los rayos me tocaran, les permití acabar con cada uno de los pétalos, crecí de nuevo tantas veces, volví a empezar otras tantas, una tras otra, gris sobre azul y azul sobre negro, para que ahora todo tome color nuevamente, no uno, no dos, no tres.

Colores que nunca nadie ha visto ni verá, colores que salen del alma, colores nuevos, positivos, colores de un día soleado, lejos de la lluvia, lejos del viento, lejos de la arboleda.

Yo no te debo nada.

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