Fortaleza


-¿Ya vas a dejar de autocompadecerte? Porque permíteme decirlo: es una imagen patética. 

Las frías palabras de la mujer penetraron en su pecho como una bala rápida, mortífera y fría. ¿Qué podría saber ella, de todas maneras? ¿Qué sabía de la compasión? ¿Qué sabía del fracaso? Samantha miró con odio a la mujer, destilando rabia e incomprensión por sus ojos oscuros, y la mujer se limitó a dedicarle una sonrisa de mofa.

-Tú no tienes idea de nada - le dijo, su sonrisa despareciendo.

Samantha continuó traspasando su cuerpo con esa mirada de odio, ahora solo un poco menos intensa que antes, quería matarla por someterla a tanta tortura, por no comprender que necesitaba sentirse miserable al menos por un segundo.

-Lo que no te mata te hace más cruel, más frío, más hijo de puta - mencionó la mujer de espaldas a ella. - No tienes ni la menor idea de cuantas veces he estado a punto de morir.

Samantha perdió el contacto visual y echó el cuerpo hacía atrás, volviendo a adecuarse más o menos a una posición derecha, la mujer desapareció como siempre había llegado, entre las sombras, sin sonido, sin que ella estuviera preparada para que se fuera.

* * *

Te sientes cansada, las esposas pegadas a la pared te oprimen las muñecas, pero en el fondo sabes que ese dolor es más agradable que el que estabas sintiendo mientras te lamentabas por tu vida, ahora entiendes como se sienten quienes se  automutilan, pero tu jamás podrías hacerte daño de forma consiente, en parte porque no eres valiente cuando se trata de ti, en parte porque eres valiente cuando se trata de algo que haces por los demás, y siempre que pierdes, y siempre que sabes que vas a perder das igualmente la pelea, porque no importa si caes mientras esos miedos caigan contigo. 

La mujer que te ha traído aquí solo tiene un objetivo: quiere que seas fuerte, que no seas como ella, pero tu no puedes entenderla, porque no sabes que ella ha vivido más que tú, que ha pasado por muchas más situaciones en las que su mayor deseo fue desaparecer, pero tampoco sabes que tuvo valor, y si no lo tuvo, al menos se levantó con la sangre manando de las rodillas, y cada vez que la volvieron a empujar se levantó de nuevo, y que cuando el alcohol mojó sus heridas se aguantó el grito en la garganta y no se permitió llorar.

Las esposas no dejarán marcas en tus muñecas y lo sabes, tu conciencia seguirá recordando las cosas que hiciste mal, lo que te hicieron mal, y seguirá atormentando tus pensamientos tanto tiempo como decidas que sigue siendo importante. Ella lee tus pensamientos, intenta protegerte pero tú no estás dejando que se acerque.

Samantha, tienes que aceptar que ella en parte tiene razón.

* * *

La mujer hecha de sombras avanzó sin miedo entre las oscuridad, desapareciendo entre ella y apareciendo en un lugar lleno de espejos, pero lo curioso es que no se ve a si misma, al menos no en todos ellos, Samantha está reflejada en uno de ellos, sus esposas apretando sus muñecas, los rastros de lágrimas corriendo por sus mejillas, su cabello despeinado, su boca abierta en busca de aire, sus pensamientos confusos, su esbelta silueta oculta en ese vestido blanco manchado de tierra, polvo y rastros de sangre ajena.

-Ella aún no lo entiende - declaró mirando el espejo.

-Es joven, está asustada, ella puede entenderlo, dale tiempo. 

Quién pronunció esas palabras fue un hombre que apareció de las sombras, posando sus manos en la cintura de la mujer formando un abrazo.

-Samantha es fuerte, ella lo superará.

-No entiendo para que hacemos esto, a veces realmente me lo cuestiono, se parecerá a mí, o a ti ¿Qué será de ella entonces? No confiará en nadie.

-¿No confías en mí?

-Confío en ti, pero es porque me necesitas, es un gran pero.

-Tú me necesitas, sin mí, estarías sola.

-¿Crees que necesito de alguien cómo tú? ¿Por qué? ¿Por tu "intelecto"? Hazme el favor y no me hagas reír - la mujer se separó de él - yo puedo lograr muchas cosas en la vida tanto si te tengo como si no, y es un hecho, ese es el porqué yo no te necesito pero tú a mi, esa es otra historia, nadie, confías en mí hasta tu vida, y lo has demostrado, no tienes a nadie más.

-Una vez más, tienes razón.

El ánimo del hombre se había desvanecido, y su mirada estaba sombría, la mujer, sin siquiera una sonrisa pasó una mano por el rostro de él, en una caricia.

-Pero te quiero a mi lado, más que a cualquier otro, eso debería ser suficiente.

Él hombre cogió la mano y besó el dorso.

-Lo es, de momento.

Ambos se quedaron contemplando el espejo con la imagen de Samantha en él, vieron como se movía, como poco a poco recuperaba el aliento, como se erguía y las cadenas se soltaban, sus ojos se abrían con comprensión y calma, pero resentimiento en el fondo.

-La rabieta a pasado - murmuró el hombre.

Y en efecto, la voz de Samantha fue quién se lo confirmó.

-Ya fue suficiente, ha pasado, mamá.

La mujer se separó de él para desaparecer entre las sombras, en busca de su hija. Samantha esperó, su frente en alto, sus pestañas mirando hacia arriba, cuando vio aparecer a la mujer de sombras su corazón se aceleró.

-¿Puedo?

-Ya fue suficiente - asintió la mujer, extendiendo sus brazos.

La chica corrió a los brazos de su madre, en un abrazo protector, la abrazó con fuerza, pero no lloró, dudaba que alguna vez volviera a llorar.

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