Anna (III)

¿Es así como se sentiría la depresión?

Una pena lastimera e intensa recorría a Anna, no solo cada noche, también en las mañanas, al atardecer, en todo momento. Era una pena que surgía sola, una que no notaba hasta que las lágrimas nacían de sus ojos sin quererlas y se esparcían por su rostro, simplemente cayendo, sin cesar.

Recuerdos que creía borrados se esparcían por su mente nuevamente, llenándola de dudas que hacían que el presente pendiera de un hilo, ¿cómo olvidar otra vez? ¿cómo decirle a alguien...?

Las lágrimas seguían cayendo, ¿por qué todo momento feliz terminaba en desdicha? Anna lo sabía, pero muy en el fondo no quería admitir que el truco había funcionado, que había cedido parte de su felicidad para tomar parte de una tristeza, de una depresión.

¿Por qué alguien haría algo así? ¿Por qué dar felicidad a alguien lleno de demonios internos? ¿Por qué prestarle alegría a cambio de un dolor constante e irrenunciable?

Claro, por amor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

:)

No esta noche

El vendedor de sueños