Una pequeña historia de demonios


-Julieta...
-¿Qué demonios quieres?
-¿Es literal? Porque no deberías jugar con los demonios, ya sabes.
-Quiero que te largues, eso es literal.
-Julieta... - rezongó el demonio.
-¡Que ya dejes de llamarme así! Mi nombre es Yuuki... YUUKI.
-No recuerdo que te molestara cuando Kradness lo dice - se indignó el demonio.

Las mejillas de Yuuki se encendieron, haciendo que el oscuro verde de su ojo derecho se hiciera más notorio.

-¡Largo de mi casa! - bufó exasperada, arrastrando los pies hasta la sala.
-¡Eres la peor media hermana que he tenido! - se quejó el castaño, sonriendo.
-¿No puedes dejar de molestar? ¿Cuál es el jodido gusto?

El demonio la ignoró y procedió a limpiar el desastre que su hermana había dejado en la cocina, le sorprendía la torpeza de los humanos, pero aún más la de Yuuki.

La joven castaña hacía pucheros desde el sillón, maldiciendo por lo bajo y acomodando sus largas calcetas para hacerlas sobresalir de los botines, y en eso, una mano desordenó sus cabellos castaños.

-¡Hey! ¿Es qué nadie se molesta hoy por hoy en tocar la puerta?

Por más que protestara siempre había uno o dos demonios merodeando por la casa, en esta ocasión quien la estaba molestando era él, el bad boy de turno en el infierno: Kradness Deltri, el aludido la ignoró y le tendió lo que llevaba en las manos: pastel de azufre.

-Gracias, Nikola nunca se toma la molestia.
-Lo sé - los ojos amarillos del demonio brillaron - pero ya lo he traído yo.
-¿Pasaste a cambiarte las vendas?
-De hecho... Síp, la última vez fue hace ya mucho tiempo.
-Cierto  - ironizó ella - No permita Shakespeare que su admirador alcance una infección en dos días.
-Cállate Julieta - protestó él.
-No.

Yuuki le dio un jalón al cabello gris-rojizo del demonio para luego ir a por las vendas que necesitaba, normalmente la casa de los Kaname era muy concurrida, y el instinto maternal de Yuuki mantenía a los demonios en constante actividad y por otro lado su humor del Diablo los mantenía derechos en sus deberes, porque había que reconocerlo, la híbrida era muy bonita, y sus ojos verdes eran bastante hipnotizantes... Pero el genio lo tenía de cuidado.

-Venga, camisa afuera - ordenó.
-¿Me pides que me quite la ropa? ¿Así tan fácil?
-Sí que lo eres, mueve el culo del sofá ¡camisa fuera he dicho!

Kradness sonrió y se dejó hacer, no obstante en cierto minuto Yuuki pasó a rozar una de las cicatrices de su cadera, contuvo un grito.

-Creí que solo ibas a vendarme el pecho y los brazos.
-Y un cuerno, silencio. ¿Cómo te has hecho esto?
-Un fierro, gasolina, ¡Bum!
-No estoy de humor.
-Yo tampoco.

La chica frunció los labios y se limitó a desenvolver con cuidado las heridas del demonio. Lo había hecho tantas veces... Pero se le seguía haciendo extraño ver las marcas de su espalda, y sobre todo las de sus brazos, el demonio había tardado meses para dejarse convencer para vendarlas, pero no era por que fuera engreído.

Solo temía que ella saliera huyendo en cuanto descubriera lo maldito que estaba.

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