El día de mi muerte #1

La mañana del uno de Diciembre desperté con la certeza de que iba a morir.

Estaba claro, fue lo primero que se me vino a la mente al despertar, "hoy es el día" me dije para mí, y una vez que lo hube comprendido el resto del día pasó como si fuera un sueño, me levanté con la sensación de ser un fantasma, sintiendo manos y piernas vagas como cuando estás muy resfriado y te toma la fiebre, como cuando te duele la espalda solo por el hecho de estar de pie, como cuando arrastras los pies porque los tienes dormidos.

Por un momento se me ocurrió que quizás debería decirle a alguien que me iba a morir, tal vez pedir una disculpa a alguien con quién tuviese un problema pendiente, a lo mejor despedirme de alguien especial, ¿me creería alguien? por un momento me quedé tiesa en la cama, sentada mirando al suelo, ¿tendría alguien más esa sensación en los huesos?, ¿ese escalofrío en la mente?, ¿mi andar de fantasma?, ¿mi angustia interna?, ¿sabría alguien más que yo hoy iba a morir? mi mirada se centró en la puerta de mi habitación antes de decidirme a continuar con mi día, tomé la ropa que estaba sobre la silla, un par de cosas del cajón a medio abrir del ropero y me dirigí al baño, pensando en que sería la última ducha de mi vida.

No pensé mientras me bañaba, me ahorre esos profundos momentos de reflexión que normalmente me regalaba el agua caliente, solo quería sentir como se llevaba por un momento esa sensación de dolor nervioso que tenía en el cuerpo, solo quería sentir como se esfumaba todo por unos instantes. Cuando salí, ya vestida y aún sintiéndome como un fantasma nadie se molestó en mirarme o dirigirme la palabra, mamá leía una revista sentada en una de las sillas del comedor, papá estaba haciendo algo con el control del televisor, pero nadie se fijó en que yo me estaba muriendo, lógico, si para ellos morí hace tres años, desde el momento en que dejé de sentirme como yo. Tomé una taza con leche caliente y me senté a la mesa sin que nadie lo notara, sin que apenas me miraran, y una lágrima muy pequeña y silenciosa cayó desde mi mejilla hasta la leche, pude oír la revista de mamá dar vuelta la siguiente hoja, el ruido de las pilas del control al saltar, y otra lágrima cayó en el tazón de leche, y todo volvió a quedar en silencio.



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