Al otro lado del puente

<<He estado pensando últimamente. Vale, sé que es algo que hago muy seguido, pero el pensamiento de alguien como y es un poco complejo de entender. No es difícil solo por el hecho de que las cosas en las que pienso son a menudo cosas casi imposibles y muy probables a la vez, quizás solo es que se me está flipando todo aquí dentro en la cabeza y ya no sé reconocer lo que es mentira de lo que es verdad.

En estos momentos siento que perder a Bruno no fue algo malo totalmente, y no me refiero a eso por las actitudes que tenía, ni por Victoria en absoluto, sino a que su ida nos ha dado una unión que jamás soñé que llegaríamos a tener, y es que parece que a veces dejar ir a alguien hace las cosas más fáciles, en más de un sentido.

Sé que Victoria discrepará conmigo, ella ha perdido a su amigo incondicional, al que siempre estaba allí, dispuesto a saltar de donde fuera por ella, quizás si se hubieran conocido antes la historia habría tenido un bonito final. Pero las cosas son como son, Bruno se perdió, adrede y no tan adrede, y yo me fui porque quería y no aceptaré una réplica por eso, porque esa es la diferencia: que yo nunca fui como Bruno, yo siempre viví para mi mismo, y mi vida... Mi vida no la daría por alguien a quién no voy a echar de menos.

He cambiado un par de cosas estando aquí, donde nunca me imaginé que estaría, el tiempo pasa de forma tan extraña que en ocasiones termino perdido en un laberinto de relojes y escaleras, sé que la luna sale cuando los lobos aúllan, pero no hay nada que me avise cuando sale el sol, tal vez lo adivino cuando estoy con ella, o cuando su cabello queda desparramado sobre un trozo de la cama, o por alguna gota de tinta negra derramada a un lado del sofá. A ella si la extrañaría. Si tuviera que arriesgar el corazón, lo daría para que el suyo no dejara de latir.

Ella hizo algo así conmigo.

Nunca dejaré de maldecirla por ello.

No recuerdo cuando fue que nos volvimos tan cercanos, solo sé que un día estaba allí, al otro lado de la cama, compartiendo mi almohada, con una leve sonrisa en los labios y el sol iluminando su espalda descubierta. No sé en que momento llegamos a conocernos tan bien, que de pronto yo terminaba sus oraciones, ella adivinaba mis canciones favoritas, y luego las palabras sobraban y se volvían un auténtico placer, adivinábamos tanto que hablar comenzó a desconcertarnos.

Tampoco recuerdo la primera vez que sentí su mano entrelazada con la mía, solo sé que ella se acerca, me toma y ya está, que yo me dejo, que anhelo el toque de sus dedos, que aprieto su mano en respuesta, para no dejarla ir. No sé cuando empecé a maldecirla, ni cuando empecé a adorarla, pero ella me hace entender a Bruno un poco más.>>

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